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“El aumento de la capacidad de consumo es producto de la Revolución Bolivariana” (Correo del Orinoco)
En las proximidades de las tiendas de
electrodomésticos se generaron, durante los primeros días de la ofensiva
económica del Gobierno Nacional contra la especulación, largas colas
formadas por personas que incluso pasaron varios días seguidos en el
mismo lugar, detrás de una santamaría o una puerta de vidrio. Algunas
personas sabían por qué aguardaban el ingreso a las tiendas; otras
decían abiertamente que comprarían lo que fuera, porque lo importante
era aprovechar la disminución de los precios.
El analista español Íñigo Errejón,
doctor e investigador en Ciencia Política en la Universidad Complutense
de Madrid, dirige la línea de investigación sobre Identidades Políticas
del Grupo de Investigación Social Siglo XXI (GIS XXI). En entrevista con
el Correo del Orinoco, Errejón atribuye las
largas colas en las proximidades de los comercios de electrodomésticos a
varias razones. Una de ellas resulta obvia: “Hay más dinero
disponible”, hay “una democratización del acceso al consumo. Ahora la
gente puede consumir más”.
El analista aporta otros razonamientos:
“Ante la inestabilidad económica provocada se desalientan los planes a
largo plazo, y se fomenta planificaciones a costo plazo. Es decir, me
quedo con lo que consiga para hoy. Acumulo hoy porque no sé lo que
pasará mañana”. Eso, añade, tiene que ver “con la percepción de una
cierta inestabilidad económica, que no es un fenómeno atmosférico, no
cae del cielo, sino que es un fenómeno que tiene que ver con una
voluntad declarada, de algunos sectores, que así afirman su poder y
erosionan el Gobierno Nacional”.
El experto suma un tercer elemento: el
de los valores del capitalismo. “Tiene que ver con una antropología que
tiene que ser cambiada, con una transformación civilizatoria de muy
largo recorrido”, explica. “Ya se ha conseguido la democratización del
acceso al consumo, pero todavía no se ha conseguido quebrar la ideología
del consumo de la sociedad relacionada con la adquisición de más
mercancías. Eso no se ha conseguido en ningún sitio. Es muy difícil”. Es
“una pelea permanente y que nunca se va a ganar del todo, porque la
gente va a seguir queriendo adquirir productos que le generen
bienestar”.
PODER PARA DECIDIR
-¿Es contradictorio que una revolución fomente el consumo, como parece ocurrir?
-No si es una revolución en libertad, y
eso es fundamental en Venezuela. Venezuela es una revolución en
libertad, y por lo tanto la gente puede decidir lo que hace. Además, el
proceso de transformación en Venezuela le ha dado a la población más
herramientas para decidir en lo político; en lo económico le ha dado más
dinero. Desmercantilizando necesidades ha liberado renta para otras
cosas; al garantizar la educación y la salud, la gente tiene más dinero
disponible para dedicarlo a otras cosas, como el consumo. El aumento de
la capacidad de consumo es producto de la Revolución Bolivariana.
El complemento debería ser, a su juicio,
“un desarrollo institucional que asegure un flujo normal de mercancías a
un precio adecuado del uso que se está haciendo de los dólares
públicos.
Errejón se detiene especialmente en este
punto porque, lo que en otros países podría interpretarse como la
supuesta libertad del comerciante para determinar sus ganancias (que
tampoco es así), en Venezuela es diferente: “Los empresarios están
utilizando dólares subvencionados por el conjunto de los venezolanos a
través del Estado, así que el conjunto de los venezolanos tiene derecho
de reclamarles que los precios estén adecuados al uso que hacen de los
dólares”.
Estima que se preciso “atacar de raíz
algunos de los valores del consumismo, lo que resulta muy difícil”, y
también “hay que transformar asumiendo que tienes que mancharte las
manos y gestionar contradicciones, dificultades. Las únicas revoluciones
que no tienen contradicciones son las que no existen; las revoluciones
que existen tienen muchas contradicciones porque la realidad siempre es
contradictoria”.
En el largo plazo “hay que ir asentando
esa larga transformación de época en las formas de relacionarse entre
sí”; no es solo “cambiar las cabezas”, sino “cambiar el tipo de entorno
que favorece unos comportamientos u otros”. La gente puede manifestarse
con actitudes cortoplacistas porque, como “herencia del rentismo
petrolero, está acostumbrada a planes a corto plazo”. La certidumbre del
largo plazo implica “construir instituciones sólidas, lo que no se hace
en una década”. La mayor parte de los Estados sólidos y eficaces “lo
han hecho en periodos autoritarios y solo para unos pocos, pero
Venezuela lo está haciendo para todos y en absoluta libertad. Nadie lo
ha hecho. Por lo tanto, las dificultades del proceso venezolano están a
la altura de su audacia”.
¿POR QUÉ LOS ELECTRODOMÉSTICOS?
La búsqueda afanosa de televisores se
debe, según Errejón, a la asociación con el ascenso social, con el
confort que supuestamente implica tener un aparato grande. Analiza que
la nevera enfría y preserva la comida, la cocina sirve para cocinar, la
lavadora lava la ropa, pero la TV “no satisface una necesidad
inmediata”. Estima que probablemente es “una necesidad de verse a sí
mismos con mayor estatus, pero también con la posibilidad de venta
informar, de reventa, con la mentalidad del corto plazo: obtengo el
objeto ahora y luego seguro me sirve para algo”.
-Las colas han sido un fenómeno en las últimas semanas. ¿Hay una cultura de las colas?
-En Venezuela hay una cultura muy oral:
Uno, cuando quiere saber cómo se hace algo, no se mete en internet o
llama a la institución, sino que pregunta a algún vecino o un amigo. Yo
tardé mucho en entenderlo. Las personas salen a la calle y se ponen en
cola, porque ven a otra gente que está esperando, porque algo hay. Tiene
mucho que ver con el uso de la calle y con la relación directa,
interpersonal, que es algo muy venezolano.
-¿Es negativo per se?
-Hay un marco interpretativo que trata
de asociar colas con burocracia, ineficacia y escasez. Es verdad que con
mejor funcionamiento institucional hay menores colas; hay instituciones
del Estado que han reducido las colas, pero hay que recordar que en
algunos países no hay colas porque no todo el mundo puede. Te vas a un
gran almacén y no hay cola porque la gente no puede; hay cosas que están
limitadas. Lo que pasa es que siempre ves los anaqueles llenos, a
rebosar, y poca gente para la mucha mercancía que hay. Lo que no ves es
toda la gente que está en casa, que no tiene plata para hacer demanda.
Por ello, agrega, “una contraparte de
las colas en Venezuela es, también, la mayor capacidad de acceso al
consumo”. Argumento que no le resta importancia al funcionamiento
institucional, sobre el que hace énfasis porque “el voluntarismo se
agota; ningún pueblo aguanta solo a base de entusiasmo, de amor, de
echarle ganas”.
Aunque parezca paradójico “hay que
construir normalidad revolucionaria”, que es “una cosa muy difícil,
porque la revolución es para todo lo contrario, pero las cosas tiene que
funcionar sin que la gente tenga que estar permanentemente echándole
entusiasmo”.
CONSTRUIR UNA NUEVA ESTATALIDAD
El analista Íñigo Errejón considera que
en el país, efectivamente, hay actores económicos “con voluntad política
directa de interferir” y otros “que quieren cumplir lo menos posible
con sus obligaciones”.
Los sectores oligárquicos “torpedean los
gobiernos populares o quieren limitar el alcance de la democracia, y es
lo esperable de ellos”. La pregunta es “qué no se ha hecho, en una
década y media, para que esos sectores todavía estén en capacidad de
lanzar una ofensiva”.
Errejón estimó que también “hay
dificultades y límites en la gestión pública”, así como en el conjunto
del sistema “que hay que discutir bien”. Sostiene que no discutirlas no
es ser más leal a la Revolución, porque en realidad es “cerrar los ojos a
lo que no se ha hecho bien”.
Analiza que “el ataque del enemigo es
esperable en su condición de enemigo”, y que la clave es “qué hay del
otro lado para construir un poder más sólido”. Se trata de “construir un
aparato jurídico, institucional y económico que funcione casi solo”.
En su opinión, es “hacer lo que ha hecho
el neoliberalismo en Europa, pero al revés, porque el neoliberalismo
funciona de manera que si la centroizquierda gana las elecciones, el
conjunto del aparato tira permanentemente hacia la derecha”.
-¿Hacia dónde van nuestras inercias?
-Hay que construir una estatalidad que
conduzca siempre hacia mayores posibilidades democráticas de
distribución, consolidar los derechos sociales conquistados.
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